Robots con tejido humano podrían ser pronto una realidad

La ingeniería de tejidos normalmente significa cultivar láminas de células dentro de grandes tanques estériles. Suena un método bastante eficiente, pero los tanques, según investigadores biomédicos de la Universidad de Oxford “no imitan el verdadero entorno mecánico para las células”. En otras palabras, no estimulan y no pueden estimular las mismas tensiones que las células que se encuentran dentro del cuerpo humano, impidiendo la “fabricación de injertos clínicamente relevantes”, o tejido humano útil. Sin embardo, un humanoide envuelto en tejido humano podría ser utilizado para extraer los injertos de músculos y tendones.

Esto podría sonar como si hubieras desenterrado una secuela de Frankenstein, pero Pierre-Alexis Mouthuy y el profesor Andrew Carr, escribieron en Science Robotics que creen que ya tenemos la tecnología para hacerla realidad. Ambos aconsejan la producción de un “sistema humanoide-biorreactor», que se convierte en “estructuras, dimensiones y mecánica similares a las del cuerpo humano”.

Estos sistemas de biorreactores humanoides serían esencialmente precursores de lo que los académicos consideran «biohíbridos humanoides»; Un término profesional para robots de carne -el esqueleto metálico estaría envuelto de tejido humano-. Por alarmante que parezca, podría resultar fundamental en la lucha contra los trastornos musculoesqueléticos, que van en aumento en el envejecimiento de las poblaciones. Mouthuy y Carr no sólo apuntan a los riesgos para la salud que plantean estos trastornos -incluyendo el fracaso de los tejidos en los tendones, los ligamentos y los huesos-, sino también la carga social y económica de apoyar a los enfermos.

 

Los biorreactores más avanzados son necesarios para apuntar con precisión el problema, sostienen los investigadores; En general, la evidencia sugiere que “la estimulación mecánica debe imitar lo más estrictamente posible las tensiones experimentadas por los tejidos vivos”. En otras palabras, para que los robots se conviertan en un medio viable de recolección de tejidos, deben emular el funcionamiento interno del cuerpo humano. “Los avances en este campo”, escriben los dos, “podrían conducir a aplicaciones emocionantes en múltiples disciplinas”.

Es un movimiento que seguramente dividirá a la comunidad científica (y al público en general), con algunos anunciando una innovación bienvenida en la medicina regenerativa, y otros que la prefieren confinada a las obras de Mary Shelley. Sólo el tiempo – y algunos experimentos bastante ghoulish – lo dirá.

 

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