Rolls-Royce Ghost Black Badge: Un yate para la carretera
Hoy en día la tecnología llega a casi todos los segmentos, incluso un modelo como el nuevo Nissan Leaf cuenta con ayudas para la conducción autónoma. Una gran noticia para el consumidor pero una pesadilla para marcas como Rolls-Royce. Con tanta tecnología asequible, ¿cómo mantiene Rolls-Royce su estatus de automóvil de gran lujo? Pues con productos con el Rolls-Royce Ghost Black Badge, un modelo que representa el espíritu de Rolls-Royce, sólo que envuelto en un paquete más moderno para atraer a una audiencia más joven.
Tuve la oportunidad de conducir el Rolls-Royce Ghost Black Badge durante una semana, aquí van mis impresiones.
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Diseño
Hablar de un Rolls-Royce es un poco como intentar describir a qué sabe la Coca-Cola, la cual sabe a… Coca-Cola. Algo similar podemos decir del Rolls-Royce Ghost Black Badge el cual es, sin lugar a dudas, un Rolls-Royce. De todas maneras voy a intentarlo…
La estética del Rolls-Royce Ghost Black Badge es impresionante, no sólo es un medio de transporte sino casi una escultura en movimiento. Ya sea el enorme capó delantero (que no permite la mejor visión al conductor) o los poderosos faros, el Rolls-Royce Ghost nos recuerda a esos yates en los que vemos a los millonarios. La presencia impone y no sólo debido a su legendaria estatuilla conocida como el “Espíritu del Éxtasis”. Ahora la parrilla ya no es tan cuadrada, sino que tiene una forma algo curva, al igual que los faros.
El modelo hace honor a su nombre Black Badge (insignia negra), con un exterior donde domina ese color. Algo que quizá no sea del agrado de los más puristas pero que confiere al Rolls una imagen agresiva, hasta los cristales emplean un vidrio tintado. La compañía con este nuevo lenguaje estético quiere atraer a consumidores más jóvenes (pero con el mismo dinero) que no desean ser conducidos por un chófer con gorra de plato.
Interior
En los últimos años algunos de mis interiores favoritos los he visto en unos cuantos Audi. La compañía alemana emplea una estética sencilla, limpia y elegante al mismo tiempo. Rolls-Royce ha ido en la dirección contraria pero me ha convencido. Describir el interior del Rolls-Royce Ghost Black Badge es una ardua tarea. A diferencia de los últimos coches que he conducido, las esferas del tablero son analógicas y muy atractivas. Aunque si echas un vistazo a la izquierda, después del reloj analógico, verás la pantalla de infoentretenimiento. Más abajo se encuentran un montón de interruptores cromados que controlan todo lo que puedas imaginar. Si te fijas en los pies te llamarán la atención las alfombrillas de lana (las cuales son un accesorio extra).
Desde las mesas plegables hasta los controles para el aire acondicionado o los apoyabrazos, el nivel de acabado es exquisito. Cada interruptor, palanca o bisagra tiene el mismo tacto, sólido y suave al mismo tiempo. La calidad alcanza lugares tan poco llamativos como el espejo que hay tras la visera para el sol o la terminación de la guantera. El Ghost que me tocó estaba acabado en negro por fuera pero con un llamativo interior realizado en cuero de color azul eléctrico. Cuando abres la puerta sientes como si tus ojos quisieren salirse de las órbitas.
Tecnología
Si has conducido hace poco un BMW, la pantalla de infoentretenimiento del Ghost te resultará familiar y ello es porque, básicamente, se trata del modelo iDrive. La terminación es diferente y cuenta con muchas más opciones, pero en el fondo es lo mismo que verás en un Mini Clubman, BMW M3 o BMW i8. Un detalle que podría ser menor en otro coche pero no es uno que cuesta 354.000 euros (precio del Ghost en el Reino Unido).
Una vez que has perdonado las reminiscencias a BMW, el sistema de infoentretenimiento de Rolls-Royce es muy fácil de usar. Conectarlo a un móvil supone una sencilla operación, al igual que cambiar los canales de la TV (que sólo funciona para los pasajeros de delante cuando el vehículo se encuentra detenido). El navegador también es intuitivo pero los gráficos no son tan buenos como en los BMW, Volvo o Audi. Sí, me llevó adonde quería, con buenas prestaciones visuales y auditivas, pero daba la impresión como si el navegador tuviese tres o cuatro años de antigüedad.
¿Y qué decir del sistema de sonido? Pues que está a la altura de lo que encontramos en la Clase S de Mercedes-Benz o en la Serie 7 de BMW. Al igual que todo lo demás en este coche, el sonido tiene toda la presencia y potencia que puedas desear. Además, no falta un reproductor de CD. La calidad de sonido sigue siendo excelente independientemente del volumen.
Asistencia al aparcamiento
Cuando fui a recoger el Rolls-Royce Ghost no pude evitar fijarme en el tamaño del vehículo y en las ruedas de 21 pulgadas. Conducir este monstruo de 5,4 metros y 2,5 toneladas no es moco de pavo y eso antes de que te soplen al oído que cada rueda cuesta unos 2.800 euros. El gigantesco capó no facilita la tarea a la hora de aparcar así que bienvenida sea toda la tecnología que nos ayude a estacionar esta bestia negra.
Es algo irritante descubrir que un vehículo de esta categoría (y precio) no tiene sistema de aparcamiento autónomo o una cámara de 360 grados como hemos visto en otros modelos mucho más baratos. Hay un par de cámaras encima de los pasos de rueda delanteros y otra en la parte posterior para cuando se da marcha atrás.
El Rolls-Royce Ghost Black Badge no tiene el nivel de conducción autónoma que hemos visto en ejemplos como el Mercedes-Benz Clase E o el Audi A5, así que si quieres que te lleven deberás contratar a un chófer (con o sin gorra de plato). Dicho lo cual, el Ghost viene con algunas ayudas a la conducción. La unidad que usé tenía el “paquete tres de ayuda a la conducción”. Así que hay desde una pantalla virtual a la altura de la vista a control de crucero con aviso de cambio de carril. Por desgracia, el Rolls-Royce no es capaz de mantenerse dentro del carril por sí mismo.
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Conducción
El Rolls-Royce Ghost Black Badge es un coche que está más diseñado para ser conducido que los otros modelos de la gama Ghost, es una máquina para disfrutar al volante. Bajo el capó se encuentra un gigantesco motor V12 de 6,6 litros, capaz de entregar 595 CV junto con unos valores de par de 840 Nm. La caja de cambios de ocho velocidades, junto a las sofisticadas suspensiones y la eficaz dirección hacen que el “Fantasma” (en inglés Ghost) se dirija hacia donde queramos. El resultado es que esta mole no es tan lenta como parece. Desde luego en los virajes se nota cómo el automóvil se escora hacia un lado pero no te da la impresión de ir a los mandos de un coche de dos toneladas y media. El V12 ha sido puesto a punto pensando más en la suavidad de funcionamiento que en la velocidad pero ello no quita para que lleguemos a los sitios con presteza. No es que sea un Audi RS5 (tampoco lo pretende) pero a menudo te das cuenta de que estás yendo más deprisa de lo que pensabas.
El Ghost acelera con poderío, aunque es a la hora de frenar cuando la física saca a relucir sus leyes inmutables. A pesar de que este modelo lleva unos frenos mejores, la combinación de peso y velocidad del conjunto hace que detener la bestia no sea una labor sencilla. Lo que no es quizá el escenario más recomendable cuando conducimos un coche que cuesta más que la casa que estamos pagando.
Veredicto
El haber rodado con el Rolls-Royce Ghost Black Badge es algo que no olvidaré durante mucho tiempo. El modelo “pelado” cuesta 354.000 euros (en el Reino Unido) a lo que le podemos añadir más de 100.000 euros en extras. Rolls-Royce no publica el precio de cada uno los accesorios extras pero ¿qué más da? A pesar de lo que cuesta, este coche no ofrece lo último en lo que se refiere a la tecnología pero sí unos niveles de calidad de fabricación y acabado capaces de quitar el hipo. El navegador está algo desfasado y habría estado bien que el Ghost hubiese sido capaz de mantenerse en el carril por sí mismo pero ello no quita que sea una máquina increíble. En la carretera no verás otro coche igual.
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