¿Qué pasa con la igualdad en el mundo tecnológico?
Jennifer Thomas, jefa de comunicaciones de Línea Directa UK, está de acuerdo. «Seguramente el mayor cambio que he hecho el año pasado ha sido dejar de pensar en la igualdad como un tema de ‘justicia’ y abrir la mente. Es un imperativo del trabajo, te das cuenta que las cosas funcionan mejor con más diversidad. Se es más innovador, con gente que piensa de formas distintas».
Stephanie Davies, presidenta y fundadora de Laughology, una empresa que analiza lo feliz que está la gente en su trabajo para mejorar el rendimiento, dice algo parecido tras su experiencia visitando muchos trabajos y oficinas. «Si tienes una mezcla interesante en la alta dirección, ves que esa organización está mejor preparada y consigue más fácilmente avanzar y atraer audiencias más diversas. Y nos movemos hacia audiencias globales: es algo que despegó y no hay vuelta atrás. Como empresa, te quedarás atrás si no haces algo diferente y si no tienes un equipo de liderazgo mixto capaz de tomar decisiones».
Thomas ve un gran contraste entre las actuales tendencias laborales y lo que vendrá en el futuro: sus hijos ven perfectamente normal que haya esa diversidad. «Cuando esta gente joven se ponga a trabajar tendrán expectativas muy diferentes, y si las empresas no cambian ahora, se habrán quedado desfasadas. Tendrás que buscar unos empleados que ya no existen o elegirás a la gente equivocada por motivos equivocados. Otra cosa: hay que ser más espabilado, y hablar, no callarse. Si tuviera que generalizar, en la cultura británica hay muchos tabús y muchas cosas que no se dicen. Tenemos que romper con eso y no tener miedo de hablar: no solo en la sala de reuniones, sino con amigos, familia, etcétera. Es la única forma de que afloren los auténticos retos».
¿Cómo puede mejorar la industria? Lo primero es obviamente la educación y conseguir que las niñas se interesen en temas de dirección o tecnología. Pero las empresas tienen su parte: un tema que surge siempre es el de la conciliación familiar. Empresas que dan mejores ayudas, flexibilidad… Pero también tiene que ver con la forma de reclutar gente. «La excusa de que no hay mujeres para ese puesto no es cierta. Lo que tienes que hacer como empresa es desafiar a tu gente de personal para que busquen mejor en otros sitios», dice Thomas. «Todo el mundo da mucha importancia a los méritos, pero si abres la perspectiva descubres que sí hay mujeres, y que cuando revisas sus méritos también están ahí. Pero en algún punto anterior no fueron seleccionadas por algún motivo».
La excusa de que no hay mujeres para ese puesto no es cierta. Lo que tienes que hacer como empresa es desafiar a tu gente de personal para que busquen mejor en otros sitios».
Dow por su parte tampoco es amiga de «cuotas». En su lugar prefiere políticas amigables con la gente y anima a las empresas a pensar de forma diferente cuando se trata de contratar. «A todos nos gusta pensar que somos justos, que somos objetivos, pero todos tenemos nuestras preferencias, aunque puedes darte cuenta de ello. Personalmente intento inculcarlo a mi equipo de liderazgo: darse cuenta de qué están haciendo, no contratar a gente como ellos o ‘mini yos’, tener cuidado con lo que dicen, tener cuidado con quién eligen para promociones… porque la subjetividad influye en todo eso». Para esto, Dow propone una idea: que los CVs fueran anónimos. «Puedes tener una influencia por lo que ves incluso antes de conocer a la persona. Quiero que las decisiones se tomen por juicios y valores, no por nombres y caras».
Por supuesto hay muchas posibilidades de que este cambio no sirva de nada. En principio, un CV anónimo podría igualar las cosas, pero habrá cosas en ese CV que estarán influenciadas por quién es esa persona, desde la escuela hasta su carrera profesional. «Creo que las mujeres renuncian antes. Tienden a decidir antes que un hombre que ellas no pueden, no deben, o no se supone que tengan que hacer, algunas cosas, y prefieren dejarlo en vez de luchar», asegura Thomas.
No fue su caso, desde luego: su madre trabajó en informática en los años 1980 (analista de sistemas), cambiando la tendencia desde muy pronto. «De alguna extraña forma eso estuvo bien y estoy orgullosa… pero no lo veo tan extraordinario. Era algo como ‘sí, claro’. No debía ser noticia, digamos, pero sí deja clara la necesidad de normalización del trabajo de la mujer».
Pero los números en puestos tecnológicos reflejan la cultura general de la sociedad. Y hay que reconocer que la búsqueda de la igualdad es algo bueno. Nuestra cultura ha forjado a los hombres para que sean afirmativos, fuertes, confiados, mientras deja las mujeres en un papel más ambiguo y esforzado. Son actitudes que cuesta cambiar aunque es un punto de partida.
La representación femenina en el mundo de la tecnología es muy pobre, la igualdad está muy lejos, y debemos hacer todo lo posible para arreglar esto».
Hay gente que se siente incómoda en una conferencia dedicada a mujeres, y tendrían razón si no fuera porque las mujeres estamos tan poco representadas en la cultura tecnológica. Thomas dice que tampoco es tan malo, «no querrías tener un cúpula directiva formada solo por mujeres». Pero tal como están las cosas me sentí como mujer muy de acuerdo en los objetivos del Forum. En un mundo en el que las escritoras estamos más expuestas a críticas que los hombres al publicar nuestras opiniones, tengo que decir públicamente: la representación femenina en el mundo de la tecnología es muy pobre, la igualdad está muy lejos, y debemos hacer todo lo posible para arreglar esto.
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