¿Podría acabar la biometría con los trolls de Facebook y Twitter?
La sinceridad nunca ha sido uno de los puntos fuertes de las redes sociales. Y no nos referimos a las glamurosas vidas de falsos millonarios de Instagram, sino de una manera más humilde y prosaica: no eres tan divertido, atractivo o popular en la vida real como nos quieres hacer ver en Facebook o Instagram. Nadie lo es. «En internet, nadie sabe que eres un perro», como dejó claro la caricatura del viejo New Yorker.
Las redes sociales no es la banca en línea. ¿Por qué necesitaría identificación con foto y autenticación a través de dos factores? ¿Qué importa si la gente no es quien dice ser?
La corriente está cambiando.
La biometría tendría que ser almacenada de forma local y emparejada de manera central para disipar los temores de que Google pudiera crear ‘un clon’ tuyo en 15 minutos
Tienes un sistema binario en Twitter que no acaba de dejar claro si un tick azul es algo bueno como para decir que eres un ‘famosete’ de turno o una tarjeta de identificación, tienes miembros de países causando caos con cuentas falsas, terroristas difamando con propaganda y, en definitiva, todo un mundo de insultos, abusos y amenazas de muerte como parte de la gramática de Internet. El viejo refrán que dice ‘si no se te ocurre nada bueno que decir, no digas nada’ parece que se ha quedado demasiado obsoleto en estos contemporáneos días de un Internet llenos de trolls.
El futuro no parece demasiado halagüeño, así que, ¿qué podemos hacer ante esto? PArece que hay un hombre que tiene la respuesta correcta, aunque es una solución un tanto polémica.
El caso de la biometría
James Stickland es CEO de Veridium ID, una empresa especializada en seguridad biométrica para gobiernos, sanidad, servicios financieros y otros sectores en los que es esencial conocer la identidad de alguien con toda certeza.
En su mundo, la biometría es una parte necesaria de la vida para la seguridad y la tranquilidad mental pero, ¿por qué no podría ir más allá? En WIRED Security ya expuso sus argumentos a favor de la biometría como una forma de abordar los trolls y el resto de buscapleitos de Internet.
La gente cree en la privacidad y el anonimato pero, cuando se trata de Internet, nuestro enfoque anónimo ha creado un montón de problemas: amenazas de muerte, radicalización o noticias falsas, por nombrar solo tres. ¿Podríamos hacer que las personas se registraran en las redes sociales a través de una huella dactilar o un escáner de iris?
“Mi opinión es que así se crearía que los comportamientos fueran los correctos”, responde Stickland. Soy exbanquero y, si alguien sospecha q0ue te están siguiendo, el comportamiento de la gente pasa a un formato mucho más profesional. Lo mismo ocurre en Internet: la gente vive en este extraño estado mental en el que no cree que haya ningún grado de descuido en cualquier sitio web que esté viendo.
En cuanto te conectas, hay un cambio mental en la psique que dice que hay cierto grado de seguimiento, así que creo que naturalmente conduciría a un mejor comportamiento.
El sistema de Stickland permitiría más matices a la hora de abordar casos diferentes, en lugar del sistema binario de prohibir o no prohibir. Alguien con una orden de alejamiento contra otra persona en la vida fuera de Internet debería extenderse online. Y eso sería posible si el marco biométrico fuera lo suficientemente sofisticado y las webs y redes sociales cooperaran.
Stickland tiene un gran interés en este asunto ( su negocio se basa en la biometría y un uso más extendido sería sin duda una buena noticia para él y su empresa). Este enfoque haría que la gente pensara dos veces en sus acciones.
Si en el fútbol soy un energúmeno y me prohíben entrar en todos los terrenos de juego porque mi conducta es antideportiva, la gente entiende las consecuencias y la gravedad, y creo que actúan de forma un poco diferente».
Oposición por todos lados
Es probable que estas ideas puedan parecer que volvemos a épocas pasadas. Los defensores de la privacidad temen al Gran Hermano, mientras que las redes sociales tampoco acogerían con agrado dicha transparencia: todo el mundo sabe que Twitter está lleno de bots, pero las cifras exactas probadas biométricamente podrían asustar a sus accionistas hasta el colapso total. “No podría estar más de acuerdo, creo que odiarían ser tan brutalmente honestos (sobre todo, de cara a acuerdos comerciales y si hablamos económicamente)», nos comenta Stickland.
Y si nos llevamos todo esto a la práctica, ¿quién decidiría qué es un delito de ofensa? La respuesta de Stickland suena sorprendentemente cercana a lo que tenemos offline: un juicio por jurado. “Para resolver problemas de este estilo necesitaríamos un consejo representado por todos los niveles, con igualdad de derechos de voto», sugiere Stickland, destacando posibles representantes de la web, el Gobierno, la ley y los medios de comunicación. «Todo el mundo va a tener sus propios matices y visiones, pero al menos estaríamos seguros que un juicio de este tipo tendría una representación justa”.
Por último, antes de acabar mi entrevista con él le pedí que explique si la idea que se le ocurrió en el debate podría llevarse a cabo realmente. “Sí, realmente creo que es una forma viable de hacerlo, y creo que es casi una necesidad para nosotros manejar la locura del salvaje oeste que se ha creado en el mundo digital», responde. «Y no porque suscriba cualquier enfoque totalitario o regímenes comunistas estrictos».
“No creo que la gente que quiera algo así tenga algo que ocultar, pero creo que la mayoría de la gente está abierta a cierta transparencia para la seguridad de todos, además de poder acabar o minimizar el fraude y el daño en general».
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