¿Qué influencia tendrá la tecnología wearable en la sanidad?

Los wearables están cambiando el mundo de la sanidad. La última versión del Apple Watch ofrece más funciones para monitorizar la salud, incluso cuenta con un detalle que podría salvar vidas al ser capaz de detectar irregularidades cardíacas. Se trata de un capítulo más en un mundo en el que los dispositivos conectados junto con la analítica en tiempo real ofrecen unas posibilidades inéditas en lo que a la sanidad se refiere, al conseguirse unos niveles de personalización hasta ahora impensables.

Apple Watch Series 3

Los especialistas estiman que en 2020 habrá 20.000 millones de dispositivos conectados y 485 millones de wearables en 2018. En la actualidad el 60 % de los estadounidenses monitorizan su peso, dieta y ejercicio. Cada vez un mayor número de personas a lo largo de todo el mundo sigue con cacharros electrónicos los aspectos más variados, una tendencia que no deja de aumentar.

El lado negativo es que estas herramientas tienen un precio elevado, el Apple Watch Series 3 se puede adquirir a partir de 369 euros. Los aparatos más sofisticados son realmente caros por lo que podría haber una parte de la sociedad que no se pudiese permitir acceder a las ventajas que supone disfrutar de las últimas tecnologías. ¿Quedarán estos dispositivos para monitorizar la salud fuera del alcance de muchas personas?

El coste de la salud

Wearables y sanidad

No es que estemos yendo hacia las pólizas de salud más personalizadas, es que ya están aquí. Hay compañías de salud cuyos pagos mensuales depende de los puntos que se ganen por actividad física recogidos a través de una app o de un Apple Watch. Las aseguradoras cada vez emplean más la tecnología wearable. Recuerdo que otra empresa estaba planeando utilizar métodos de aprendizaje automático para analizar la personalidad de los conductores a través de Facebook, para así saber si tenían más o menos tendencia a practicar una conducción peligrosa”, aseguró el Dr. Lukasz Piwek.

Usar la tecnología de wearables para monitorizar y evaluar enfermedades crónicas como la diabetes supone unas ventajas evidentes, donde no está tan claro su empleo es en la prevención. El empleo de estos dispositivos como herramientas de diagnóstico secundarias no ha hecho más que empezar. En muchos casos los desarrolladores de estos aparatos tienen poca evidencia empírica de que su uso suponga un efecto positivo en la salud de los consumidores. Además, la exactitud de estos cacharros cuando miden algunos parámetros relacionados con la salud sigue siendo un asunto polémico.  

La posibilidad de recoger información hace que los usuarios piensen que estos dispositivos son beneficiosos para la salud. La realidad es que las compañías tecnológicas han sido muy competentes a la hora de fabricar el hardware pero no entienden mucho el contexto científico o el significado que hay detrás de esa información. No basta con emplear wearables, sino que hará falta un experto sea capaz de analizar la información”, comentó Tim Hoctor, experto en analítica.

Wearables y sanidad

Estamos en un momento en el que la tecnología digital personalizada aumenta a un ritmo muy elevado. Esto genera un enorme ‘big data’ sobre nuestros hábitos y rutinas relacionadas con la salud, la información es tan grande que no tenemos la capacidad de procesarla”, concluyó Piwek.

Hoy en día el simple comentario de: “¿cómo estás? Puede que conduzca a que nos enseñen un gráfico que resuma el ritmo cardíaco de la semana. ¿En 10 años qué información tendrán sobre nosotros y nuestra salud las aseguradoras y la sanidad pública? Y, si no tienes esa información digital, ¿cómo influenciará eso en tu salud?

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